COLEGIO AGUSTINIANO CIUDAD
SALITRE
AREA DE CIENCIAS SOCIALES
TALLER PARCIAL III BIMESTRE -GRADO UNDECIMO 2018
1. LEE CON ATENCION EL TEXTO
El fanatismo -fenómeno psicológico social observable en todos los
países- se expresa por un comportamiento apasionado en la defensa de una creencia religiosa, política o de otras
manifestaciones culturales. La obsesión de sus ideas puede mostrarse en concepciones dogmáticas,
actitudes autoritarias, revestidas de la
más intransigente intolerancia. En casos extremos, los fanáticos -políticos y
religiosos- se vuelven violentos, pudiendo llegar al asesinato. Voltaire decía
que “cuando el fanatismo ha gangrenado el cerebro, la enfermedad es incurable”
porque es corrosivo, enemigo de la libertad, del progreso del conocimiento y el
responsable por asesinatos, genocidios masacres, guerras, persecuciones,
injusticias y violencias de todo tipo. Tiñó y tiñe de sangre, vergüenza y
atraso la historia en lo político, social y religioso. Pasó con las cruzadas, la Inquisición, el genocidio de los
indígenas, el Holocausto, el Ku Klux Klan y con las ideologías fanáticas que
alimentan actos terroristas, con el nazismo, el fascismo y otros
‘ismos’ que sobreviven en nuestras sociedades. Lo recordamos hoy porque pende
sobre nuestras cabezas como una espada de Damocles, como lo comprobamos en la
reciente campaña electoral; por los despreciables ataques virtuales contra
reconocidos colegas periodistas y porque en 2018 celebramos aniversarios del
nacimiento de figuras como Karl Marx,
Máximo Gorki y Emily Brontë, cuya personalidad, pensamiento y obra
desataron todo tipo de fanatismos a escala global. Algunos acusan a Marx, por
ejemplo, de ser el padre del terrorismo moderno y otros lo defienden por haber
creado un nuevo órgano político; a Gorki, sus detractores han fracasado en el
intento de hundirlo por haber politizado su pluma, y otros lo han elevado a los
altares de las letras universales, igual que a la inglesa Brontë, a quien
algunos desafectos acusan de invitar a los lectores a cenar con el demonio en
su gran novela Cumbres borrascosas. Recordamos también al fanatismo
porque en 2018 se cumplen 20 años de la reedición por Editorial Planeta
de Novelistas malos y buenos, escrito por el jesuita colombiano Pablo Ladrón de
Guevara en 1910, para satanizar a los escritores que, en su opinión, iban en
contra de la moral cristiana y amenazaban la salvación de las
almas. Ladrón de Guevara lanzó a la
hoguera de su inquisición a más de 2.000 grandes plumas nacionales y
extranjeras, empezando por Miguel de
Cervantes Saavedra (1547-1616) con todo y su Quijote y a quien acusó de
poner en “...peligro la castidad de los lectores” en seis capítulos de la
primera parte de su obra. Calificó de
“deshonesto y pernicioso en alto grado” a Honorato
de Balzac (1799-1850) por sus máximas y principios y los sentimientos que
despertaba, pues, en su opinión, La comedia humana no pasó de “un monumento a
todos los vicios”. Los franceses Charles Baudelaire (1821-1867) y Alejandro Dumas (1802-1870) tampoco se escaparon de la hoguera. Al
primero lo acusó de ser “un poeta nocivo” y “autor pernicioso del malvado
libro” Las flores del mal (1857). Del segundo dijo que estaba en el índice de
libros prohibidos por todas sus novelas amatorias y lo definió como “deshonesto
y defensor del divorcio”.
Cuando el fanatismo ha gangrenado el
cerebro, la enfermedad es incurable: Censuró pasajes de María, la novela del
colombiano Jorge Isaacs, como en el
que Efraín se encuentra con Salomé, una joven, en su opinión, “... harto
ligera...”, donde “la sensualidad y peligro parecen claros, sobrando para los
jóvenes lo inquietante y perturbador”.
Y ni qué decir del bogotano José María Vargas Vila (1860-1933), de quien se avergonzó de que fuera colombiano y calificó de “impío furibundo, desbocado blasfemo, desvergonzado calumniador, escritor deshonesto, clerófobo e hipócrita”.
Pensar distinto y opinar y ejercer la libertad de hacerlo es como una afrenta imperdonable para los fanáticos de todas las raleas que son, como mínimo, intransigentes, obsesivos y autoritarios. No cuestionan ni razonan y ven solo en la suya la única verdad posible. Una prueba reciente de fanatismo la apuntó en su columna la colega de El Espectador Yolanda Ruiz al afirmar: “Cuando alguien escribe en Twitter que el exterminio de la Unión Patriótica ‘era un mal necesario’, que ‘ojalá se muera’ el presidente o que ‘los periodistas deberían ser aplastados como ratas’, es fácil ver los síntomas de un problema grave (...)”. Otra evidencia tiene que ver con un sujeto que se escondía en la cuenta ultraderechista de Twitter como @antipopulimos, en la que no solo amenazó a otros colegas sino que le advirtió a la Corte Suprema de Justicia que mataría a tres magistrados diarios si no dejaban de atacar al senador Álvaro Uribe. El fanatismo es, por lo tanto, como una especie de “gen del mal”, como lo definió el escritor y periodista israelí Amos Oz, y lo peor es que, pese a todo el daño causado a lo largo de la historia, sigue vivito y coleando.
Y ni qué decir del bogotano José María Vargas Vila (1860-1933), de quien se avergonzó de que fuera colombiano y calificó de “impío furibundo, desbocado blasfemo, desvergonzado calumniador, escritor deshonesto, clerófobo e hipócrita”.
Pensar distinto y opinar y ejercer la libertad de hacerlo es como una afrenta imperdonable para los fanáticos de todas las raleas que son, como mínimo, intransigentes, obsesivos y autoritarios. No cuestionan ni razonan y ven solo en la suya la única verdad posible. Una prueba reciente de fanatismo la apuntó en su columna la colega de El Espectador Yolanda Ruiz al afirmar: “Cuando alguien escribe en Twitter que el exterminio de la Unión Patriótica ‘era un mal necesario’, que ‘ojalá se muera’ el presidente o que ‘los periodistas deberían ser aplastados como ratas’, es fácil ver los síntomas de un problema grave (...)”. Otra evidencia tiene que ver con un sujeto que se escondía en la cuenta ultraderechista de Twitter como @antipopulimos, en la que no solo amenazó a otros colegas sino que le advirtió a la Corte Suprema de Justicia que mataría a tres magistrados diarios si no dejaban de atacar al senador Álvaro Uribe. El fanatismo es, por lo tanto, como una especie de “gen del mal”, como lo definió el escritor y periodista israelí Amos Oz, y lo peor es que, pese a todo el daño causado a lo largo de la historia, sigue vivito y coleando.
¿Es el fanatismo una enfermedad
mental? El fanatismo
no es una enfermedad mental, pero se asocia a distintos trastornos de
personalidad, especialmente los de tipo narcisista, y “puede llegar a extremos
peligrosos como acosar, perseguir y matar seres humanos, tratando de imponer
una creencia, doctrina o ideología, considerada buena solo para el fanático o
para su grupo”, advierte el investigador Guillermo
Pellegrini en un escrito al respecto.
“El fanatismo tiene que ver con la salud mental...”, ratifica en su página web el Hospital Prisma, de Zaragoza, reconocida entidad privada de salud mental y que también dice mucho de la salud mental de las sociedades donde se presenta. “Todo lo llevado a lo irracional o a la exageración desmedida es malo para la salud mental...”, afirma. Eso porque “la salud mental es un proceso dinámico que se refiere a condiciones individuales, pero también es a la vez causa y efecto de las interacciones que se establecen con el entorno y con otros en la vida cotidiana. De acuerdo con lo que se conoce como modelo espectro-contínuum, hay tres campos, cuyas fronteras son borrosas: la salud mental, los problemas de salud mental y los trastornos mentales”, explica a EL TIEMPO el siquiatra Alfonso Rodríguez, director del área psicosocial de la Universidad El Bosque.
“El fanatismo tiene que ver con la salud mental...”, ratifica en su página web el Hospital Prisma, de Zaragoza, reconocida entidad privada de salud mental y que también dice mucho de la salud mental de las sociedades donde se presenta. “Todo lo llevado a lo irracional o a la exageración desmedida es malo para la salud mental...”, afirma. Eso porque “la salud mental es un proceso dinámico que se refiere a condiciones individuales, pero también es a la vez causa y efecto de las interacciones que se establecen con el entorno y con otros en la vida cotidiana. De acuerdo con lo que se conoce como modelo espectro-contínuum, hay tres campos, cuyas fronteras son borrosas: la salud mental, los problemas de salud mental y los trastornos mentales”, explica a EL TIEMPO el siquiatra Alfonso Rodríguez, director del área psicosocial de la Universidad El Bosque.
Y es, precisamente, con ese modelo
como podría reconocerse que “los diferentes tipos de fanatismo que prosperan en
el mundo actual pueden fácilmente considerarse problemas de salud mental, esto
en cuanto son fenómenos psicosociales que potencialmente reflejan una mala
salud mental en individuos o grupos cuyas prácticas e ideologías entorpecen la
convivencia entre diversos, aunque esto no determina, necesariamente, que
quienes presentan manifestaciones de fanatismo posean un diagnóstico indicativo
de trastorno mental”, añade.
Pellegrini define el fanatismo como “una intolerancia compleja. Es la discriminación dirigida hacia todos los grupos o personas diferentes a la creencia del intolerante, tiene múltiples manifestaciones y el mismo denominador común, la elevación del ‘yo absoluto’ como valor supremo de la propia identidad personal o colectiva, de los intolerantes”
Pellegrini define el fanatismo como “una intolerancia compleja. Es la discriminación dirigida hacia todos los grupos o personas diferentes a la creencia del intolerante, tiene múltiples manifestaciones y el mismo denominador común, la elevación del ‘yo absoluto’ como valor supremo de la propia identidad personal o colectiva, de los intolerantes”
2.
De los autores en negrita del texto anterior, escribe una reseña de su obra y
comenta que tan cercano o afín son tus convicciones con las del autor.
3.
De los fenómenos sociales de la siguiente lista realiza un análisis detallado,
luego escribe en orden jerárquico del de mayor impacto, cuál de ellos impacta más en la sociedad por
él , que genera esta conducta en los jóvenes, y de los 7 primeros de tu lista coméntalos
identificando el daño que causan en la sociedad hoy.
Primavera
árabe.
El
feminicidio.
Las
barras bravas.
Las
redes sociales.
La
reinserción de la guerrilla.
Homicidio
y las armas de fuego.
La
cultura del cuerpo.
Los
credos religiosos.
La
infidelidad.
El
uso del celular.
Las
tendencias musicales.
Las
culturas populares.
Los
poderosos y su poder.
El
sexismo.
La
tecnología.
El
feminismo.
La
afinidad política.
El
gusto deportivo.
El
machismo.
Líderes
mundiales.
El
modelo económico.
Los
nuevos grupos sociales.
El
ejercicio físico.
El
exhibicionismo.
4.
elabora un discurso donde critiques al fanatismo hoy en la ciudad, utilizando
los textos en negrita del contenido del 1 punto.
5.
indaga y argumenta que sensación genera el tener conductas fanáticas, que tipo
de placer se encuentra en esta práctica, y que sanciones se dan socialmente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario